El síndrome de Munchausen y la escalofriante historia de Gypsy Rose Blanchard, condenada por el homicidio de su madre

Laura Inés Miyara
LAURA MIYARA LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Gypsy Rose Blanchard salió de prisión en diciembre del 2023.
Gypsy Rose Blanchard salió de prisión en diciembre del 2023. Lifetime

Este caso vuelve a poner el foco sobre el síndrome de Munchausen por poderes, un trastorno mental en el que una madre inventa o provoca enfermedades a sus hijos

28 ene 2024 . Actualizado a las 22:33 h.

El caso de Gypsy Rose Blanchard, condenada en el año 2015 por el homicidio de su madre, Dee Dee, en Estados Unidos, salió a la luz nuevamente en las últimas semanas. Tras cumplir una sentencia de ocho años en prisión, Gypsy quedó en libertad a finales del 2023 y se hizo viral en TikTok, donde retrata su vida después de la cárcel. La suya es una trama de abuso infantil que transita la delgada línea entre el crimen y la legítima defensa. Porque las apariencias de esta historia son engañosas y lo que inicialmente parecía ser una madre abnegada, dedicada a cuidar de su hija enferma, acabó por revelarse como un tejido de engaños y manipulaciones cuidadosamente diseñado por Dee Dee.

Durante más de dos décadas, la madre de Gypsy les hizo creer a médicos, asistentes sociales, familiares y hasta a la propia Gypsy que la niña sufría una serie de enfermedades cada vez de mayor gravedad. Este es un fenómeno conocido a nivel médico como síndrome de Munchausen por poderes, o trastorno facticio impuesto a otros. Tal era la capacidad de Dee Dee para engañar incluso a los especialistas, que consiguió que se le colocara una sonda gástrica a la niña, cuando en realidad no tenía ninguna patología que lo requiriera.

A lo largo de su infancia y juventud, Gypsy fue sometida a tratamientos para enfermedades que no sufría, como la apnea del sueño o la leucemia. Los abusos fueron retratados en el documental de HBO sobre el caso, titulado Madre muerta y querida. En él, el padre de Gypsy cuenta que, cuando su hija cumplió 18 años, la llamó para felicitarla y Dee Dee le pidió: «No le digas que ya tiene 18».

Tras varios intentos fallidos de escaparse de casa durante su juventud, Gypsy conoció a un chico a través de internet y en poco tiempo entablaron una relación amorosa a distancia. Esta relación marcó el punto de inflexión en la vida de la joven: juntos planificaron y llevaron a cabo el asesinato de su madre.

La historia es, sin dudas, impactante. Pero para entender este caso hay que ver más allá de los aspectos perturbadores del suceso. La gran pregunta que plantea el documental Madre muerta y querida es por qué, si varios miembros de la familia de Gypsy e incluso algunos especialistas sanitarios que la atendieron sospechaban del abuso, nadie le puso freno a tiempo.

La respuesta tiene que ver con las dificultades que supone detectar e intervenir ante un caso de Munchausen por poderes. Para comprender lo que implica el abordaje de este trastorno y de los abusos que conlleva, hablamos con el doctor Ignacio Gómez de Terreros, que fue jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Infantil Universitario Virgen del Rocío, en Sevilla. Pionero en el estudio del síndrome de Munchausen por poderes a nivel nacional, desde su Grupo de Investigación de Pediatría Social y Psicología de la Salud, Gómez ha impulsado líneas de investigación relacionadas con el maltrato infantil y en el 2009 recibió la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social por su labor.

El doctor Ignacio Gómez de Terreros es pionero de la investigación sobre el síndrome de Munchausen por poderes a nivel nacional.
El doctor Ignacio Gómez de Terreros es pionero de la investigación sobre el síndrome de Munchausen por poderes a nivel nacional.

—¿En qué consiste el síndrome de Munchausen por poderes?

—Al principio, se describió el síndrome de Munchausen en pacientes que presentaban unas historias clínicas espectaculares, llenas de mentiras e invenciones, en un presumible intento de conseguir seguridad hospitalaria y atención médica. La patología se describió de esta manera en 1951, dándole el nombre del fantasioso barón Von Munchausen, un alemán del siglo XVI que relataba extraordinarias historias sobre sus proezas como soldado y como deportista. Posteriormente, se introduce el término de síndrome de Munchausen por poderes, refiriéndose al caso en el que una persona inventa la sintomatología de otra. Como es lógico, esto se observa en seres humanos en estado de indefensión. Es una forma peculiar de maltrato en el que uno de los padres, que suele ser la madre, simula la existencia de síntomas o signos en el niño, o bien los provoca, con el objeto de buscar asistencia médica.

—¿Cómo de frecuentes son este tipo de casos?

—Desde su descripción, se han publicado numerosos casos a nivel mundial, con una amplia variedad de síntomas. Por ejemplo, está la extensa revisión publicada en Child Abuse & Neglect de 117 casos, a los diez años de la descripción del síndrome. En el mismo año, se dio a conocer otro caso de Munchausen familiar en el que la madre, que tenía el síndrome, lo provocó en sus dos hijos.

—¿Cuáles son las causas detrás de estas conductas?

—Es probable que las historias de abuso y negligencia en la niñez sean relevantes en el desarrollo de este tipo de desórdenes de personalidad. Hoy sabemos que el ambiente y la biología se entrelazan en el cerebro humano hasta llegar a ser indisolubles, pero a su vez, hay que considerar que la regulación y expresión de los genes pueden modificarse en repuesta al medio ambiente, lo que se conoce como epigenética. Estos son cambios moleculares en el ADN inducidos por factores ambientales que modifican la expresión de los genes. Son mecanismos epigenéticos que actúan a lo largo de toda la vida, especialmente durante la infancia y la adolescencia, y particularmente durante los primeros años de la vida.

—¿Qué comportamientos típicos ha observado en casos de este tipo?

—El comportamiento más típico es la fabricación parental de síntomas o signos en los hijos. Por ejemplo, la alteración de muestras de laboratorio de sangre u orina. En otros casos, tiene lugar una auténtica inducción de enfermedad o lesión. Las madres utilizan medios diversos y sorprendentes, creando una amplia variedad de síntomas, desde erupciones por estímulos mecánicos o sustancias irritantes, hasta agregados de sangre o material fecal a la orina antes de analizarla, administración de sedantes, provocación de asfixia por inhalación en bolsas de plástico, oclusión mecánica con las manos. Incluso hay algunos casos verdaderamente inéditos e inusuales, como uno que vimos en el Virgen del Rocío, provocado por la madre, de ingestión reiterada de cuerpos extraños. Suele haber manifestaciones en el interrogatorio de presentar crisis de apnea, convulsiones, vómitos o sangrados diversos.

—¿Hay algún caso que recuerde especialmente?

—Como ejemplo de manifestación de sangrado, recuerdo una vivencia personal. Ante manifestaciones reiteradas de sangrado de su hija menor en la zona urogenital, y con resultados negativos de las pruebas complementarias, nos planteamos posibilidad del síndrome. Aprovechamos la llamada de la madre por el sangrado para realizar la determinación del grupo y Rh de la muestra y comprobamos que se correspondía con sangre de la madre y no con la de su hija.

—¿Qué motivaciones hay detrás de estas conductas?

—Dentro de su trastorno de la personalidad, los motivos que pueden conducir a una madre a tan anómalo comportamiento se desconocen. Es raro que se observen en ella trastornos psiquiátricos previos. La literatura ha tratado de interpretarlo en función de estados de ánimo alterados, o de distintos impulsos, como una necesidad de sufrir, un deseo de ser el centro de atención, un sentimiento de amor u odio hacia el personal médico y sanitario o un deseo de hallar refugio o amparo. También se cree que puede haber un trasfondo simbólico de recuerdos o vivencias infantiles que desencadenen estos comportamientos.

—¿Cómo se detecta este síndrome?

—La dificultad diagnóstica y la necesidad de un diagnóstico precoz son dos realidades enfatizadas por todos los investigadores de este tema. Los criterios diagnósticos establecidos se basan en la detección de una enfermedad aparente o anomalía relacionada con la salud, tramada o inventada por uno de los padres. El niño es llevado al médico para su tratamiento. Al confrontar a los padres ante el problema, su reacción es de negación de la situación, e incluso, cuando se les enfrenta a pruebas sustanciales, lo descargan en otras personas, familiares o amigos e incluso en el personal sanitario. Los rasgos definitorios que tienen que estar presentes para hablar del síndrome son la intencionalidad, la voluntariedad y la ausencia de control sobre la conducta. Un análisis cuidadoso de las historias sanitarias previas, así como algunas formas de entrevista colateral con un informante, pueden evitar que el profesional que se enfrenta al caso pueda pasar por alto datos que revelen este trastorno de personalidad. Pero, en general, se puede sospechar ante historias de frecuente e inconsistente asistencia a médicos para atender a los hijos, o cuando la experiencia clínica indica que los padres están distorsionando su percepción en cuanto a la salud de su hijo.

—¿Cómo afecta este síndrome a la víctima a largo plazo?

—El problema de este síndrome es que es una forma de maltrato infantil de alto riesgo y de difícil diagnóstico y a menudo pasa desapercibido durante semanas, meses e incluso años. Por eso puede tener como consecuencias algunas complicaciones graves e incluso la muerte.

—¿Cómo es el abordaje de estos casos?

—El síndrome de Munchausen por poderes es un cuadro clínico que, por sus características, es difícil de predecir. Entonces, en aquellos padres que se consideran vulnerables, por su alto nivel somático o de ansiedad ante sus hijos, es necesario tener una actitud preventiva. En términos de tratamiento, es fundamental contar con un equipo interdisciplinario para diseñar una estrategia terapéutica y de seguimiento en diferentes niveles. Hay que seguir un triple enfoque terapéutico. Por un lado, está el niño como víctima, por otro lado, el agente como agresor y, finalmente, la familia en su conjunto. En resumen, contar con una estrategia terapéutica y de seguimiento por parte de un equipo interdisciplinario en el ámbito médico, social y de salud mental es una herramienta útil en la gestión del síndrome de Munchausen por poderes, porque permite evitar la separación del niño del núcleo familiar.

—¿Qué aspectos se deben tener en cuenta al intervenir en una situación familiar tan delicada?

—Es necesario tener una extrema precaución en aquellos casos en los que se permite la permanencia del niño en el medio familiar, porque suele haber una progresiva escalada en el peligroso comportamiento de la madre, cada vez corre más riesgo la seguridad del niño y aumenta la posibilidad de ser descubierta. El trabajo individual, familiar y de pareja para los padres es necesario y hay que contar con que pueda haber dificultades añadidas cuando el padre o los abuelos niegan o minimizan la gravedad del comportamiento de la madre.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.