Discutir es sano (si sabes cómo hacerlo): estos son los consejos de un psicólogo

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

«En el ámbito afectivo lo que nos debemos recordar mientras discutimos y, además, de forma constante, es: nos queremos y por eso discutimos», comenta Muñoz.
«En el ámbito afectivo lo que nos debemos recordar mientras discutimos y, además, de forma constante, es: nos queremos y por eso discutimos», comenta Muñoz.

En el ámbito de la pareja, el experto Juan Muñoz aconseja establecer una cita cada cierto tiempo para tener estas conversaciones incómodas, comparándolas con un departamento de I+D de una empresa

06 feb 2024 . Actualizado a las 11:57 h.

«Tenemos que hablar». Probablemente una de las frases que más nos ponen en alerta. Suele ser la antesala a una discusión. Y aunque tenemos una imagen muy negativa de la situación, Discutir es sano (si sabes cómo). Ese es el título del último libro de Juan Muñoz, más conocido como la Psicologería en redes sociales. «Existe la falsa creencia de que el conflicto es algo evitable y que las discusiones, en realidad, lo que hacen es acrecentar el conflicto. En realidad es todo lo contrario, discutir nos sirve para solucionarlo». Por eso, nos proporciona una serie de consejos sobre cómo hacerlo. 

Los principales errores que cometemos al discutir

Muñoz confiesa que el error que más suele ver en consulta y sobre el que ha incidido mucho en el libro es la rumiación. «El hecho de que yo sé que quiero hablar contigo de un tema concreto y me preparo durante semanas para esa conversación, pero sin avisarte de que la vamos a tener. Me preparo un speech, me hago un bloc de notas con un guion de todo lo que te quiero decir y tú llegas ese día a casa sin saber muy bien por dónde te va a caer. ¿Cuál va a ser tu reacción? Probablemente entrar a la defensiva, porque no es que parezca un ataque, es que lo es». Así, según sus palabras, el principal error que cometemos cuando queremos discutir es no contextualizar la conversación. «Debemos decirle a la otra persona que eso nos está preocupando, que te gustaría hablarlo y que ella tuviese tiempo para pensar en ello también». 

Otro que solemos cometer mucho es interrumpir. «Aunque esto parezca muy primario de las habilidades comunicativas, es algo que hacemos constantemente: ''Eso yo no lo dije", "no fue así''. Si mientras la otra persona te está hablando tú estás pensando la respuesta, ya no estás escuchando y atendiendo a la otra persona. Eso ya no es una conversación. Es un conjunto de monólogos que se están dando a la vez», explica el psicólogo. 

Discutir no es pelearse

«La mayor parte del malestar que al menos yo atiendo en consulta surge de esa incapacidad que solemos tener para gestionar correctamente los conflictos que nos plantea la vida. Pienso que la única herramienta sana de la que disponemos ahora mismo es discutir. Entendiéndolo como ese intento de acercar dos posturas que en un principio, están lejanas», asegura Muñoz. 

De esta forma, para él, el primer paso es darnos cuenta de que una discusión no es lo mismo que una pelea. «Solventar nuestros conflictos es posible gracias a mantener discusiones. Estas, muchas veces, serán incómodas, ya que esa situación es importante para nosotros. Si no lo fuera, no nos provocaría malestar. Me da igual discutir con un desconocido que no voy a ver más, pero cuando lo hago con mi pareja, por ejemplo, sí se plantea porque percibo que el vínculo se puede tambalear un poco. Aprender a discutir significa, justamente, reforzar las relaciones». 

Dependiendo de con quién vayamos a discutir, los siguientes pasos son diferentes 

Todos sabemos que no es lo mismo discutir con un jefe que con un familiar o la pareja. «En el ámbito afectivo o íntimo lo que nos debemos recordar mientras discutimos y, además, de forma constante, es: nos queremos y por eso discutimos. En cambio, en el ámbito laboral, la formulación de la discusión es diferente».

La asertividad: aliada en todo tipo de situaciones

La asertividad es la habilidad que podemos desarrollar cualquiera de nosotros para defender, en una discusión, nuestros intereses y deseos. Eso sí, sin menospreciar los ajenos. «Es la capacidad para decir lo que siento sin invalidar lo que siente la otra persona», apunta Muñoz. 

Para que se entienda mejor, el psicólogo proporciona un ejemplo práctico. «Muchas veces vamos a comprar a la pescadería. Pedimos medio kilo de mejillones y cuando nos lo pesan, vemos que en esa balanza no hay medio kilo, hay tres cuartos. Habrá personas que piensen: ''Mira, da igual, mejor no decir nada porque vas a quedar como una rata y un apretado. Te los quedas y si no los das comido, los tiras. Total, para lo que te van a costar...». La otra opción es el enfado: «Alzar la voz contra la pescadera: ''Te he dicho que me pongas medio kilo de mejillones, ya estás quitando eso de ahí porque me pones más de lo que te pido». 

¿Cuál sería el punto medio, la situación donde esta presente la asertividad? «Decirle a la persona que nos está atendiendo que solo necesitas comer medio kilo de mejillones porque vives solo y, si llevas de más, se pondrán malos. ''Por favor, ¿te importaría retirar un puñadito de ellos?". La capacidad para poder expresar lo que yo necesito», responde Muñoz. 

Saber decir que no

«Decir que no: ¿Cómo es posible que una palabra tan corta nos cueste tanto?», reflexiona el experto. «En primer lugar, hay un derecho asertivo a decirlo. Es decir, como seres humanos tenemos la dignidad para decir: ''No puedo" y "no quiero"», remarca. Por eso, da pie a que nos preguntemos por qué nos cuesta. «Puede ser por el miedo al rechazo, porque la otra persona va a pensar que soy un egoísta o le voy a dejar de gustar por eso».

«Una vez trazada esa dificultad, empezar a trabajarla personalmente: ¿Estás segura de que si le dices que "no" va a dejar de quererte? Y si eso fuese cierto, ¿estás segura de que quieres seguir en esa relación? Al final, cada vez que quieres decir que no y acabas diciendo que si, te estás diciendo que no a ti misma. Esto es muy importante recalcarlo». 

Discutir en el trabajo

Estoy haciendo horas extras sin remuneración, me gustaría hablar con mi responsable sobre este tema. Pero ¿como hacerlo? Muñoz explica en su libro varios puntos a tener en cuenta para afrontar una discusión de este tipo de forma eficaz. El primero es conocer las tareas para las que estamos contratado. Posteriormente, plantear nuestros límites personales. «El objetivo de cualquier discusión es llegar a un punto de entendimiento que satisfaga, en la medida de lo posible, a todas las personas involucradas en ella. Teniendo esto en cuenta, plantea cuáles son tus mínimos necesarios y qué vas a hacer sino se satisfacen», aconseja el experto. 

Otro de los puntos es hablar desde el «yo»: «Evita hablar del trabajo de otras compañeras o de la capacidad de gestión de tu jefe o jefa y focaliza el conflicto en lo verdaderamente importante (tú)», subraya. También aconseja aportar datos objetivos para argumentar el punto de vista u opinión; y preparar las posibles objeciones de ese jefa o jefe, adelantando soluciones. Y por último, apuesta porque nos recordemos a nosotros mismos por qué estamos en esa discusión: defender nuestros derechos. 

Discutir en pareja: el departamento de I+D

Muñoz compara el hecho de discutir en pareja con un departamento de I+D dentro de una empresa. «Parece que solo lo hacemos cuando tenemos problemas. «Y justo por el hecho de ser pareja deberíamos crear ese departamento de innovación, confianza y comunicación (de I+D) con el objetivo de que la frase "tenemos que hablar" no sea algo chocante, sino que se convierta en rutina», expresa. 

En esta cita, que puede darse en el período de tiempo que la persona establezca, «es para comunicarse tanto lo que ha ido ocurriendo que no nos ha gustado como lo que sí. Para que discutir y comunicarse no sea siempre sinónimo de conflicto, sino algo agradable que nos apetezca hacer. Comunicar cómo va la pareja, que te gustaría que ocurriese. Cuáles son tus expectativas. Qué estoy haciendo bien, qué te gusta de mi y que no te gusta y quieres que cambie». 

El perdón  

Es probable que en una discusión resulte necesario que pidamos perdón. «Aunque a veces nos pueda resultar difícil porque no nos han enseñado. Es más, nos han educado a hacerlo mal», comenta Muñoz. Y pone un ejemplo: «Cuando eramos pequeños, en el colegio discutíamos y una profesora nos cogía de las manos y nos decía: pediros perdón. Acababas haciéndolo sin querer y para no recibir una reprimenda todavía más grande». 

Entre las típicas frases a las que se suele recurrir antes de pedir disculpas se encuentran «es que yo soy así» o «es que tú eres muy sensible». En ninguno de los dos casos nos responsabilizamos del dolor ajeno. ¿Cómo deberían ser de estas disculpas para que sean «reales»? Muñoz aboga por mostrar un arrepentimiento real y, posteriormente, aceptar nuestra parte de culpa en lo ocurrido: «Oye, siento mucho lo que he hecho. Sé que te ha dolido y ha sido responsabilidad mía». 

Por último y no menos importante: reparar el daño. «Efectuar un plan de acción. Imaginemos, me he olvidado de que tenía una cita con mi pareja o amigo. Pedir disculpas y comentarle cómo vamos a actuar para que eso no vuelva a pasar: "Me voy a apuntar todas nuestras citas para que no se me vuelva a olvidar». En cambio, si solo pedimos perdón, pero no cambiamos nuestras acciones, «no me estás pidiendo disculpas, me estás mintiendo». 

¿Y si se me ocurre algo que debería haber dicho en la discusión y no lo dije?

Después de que finalizase una discusión, nos acordamos de algo que queríamos haber dicho y no lo hicimos. ¿Es buena idea retomar la conversación en ese punto? «Sí, siempre que aún te duela», afirma Muñoz.

«Si en la última cena de Navidad estuve con mi cuñado que me hizo un comentario que me dolió, no contesté y luego al llegar a mi casa pensé la respuesta perfecta pero no es el momento adecuado, yo puedo decidir que no quiero retomar esa relación. Ahora, si me sigue doliendo algo que ha dicho o ha hecho alguien con quien sí quiero tener relación, sí puedo retomarla», explica el psicólogo. Y expone otra situación que lo ejemplifica: «Puedo mandarle un mensaje a esa persona diciendo: "Ayer conversamos sobre esto, estuve pensándolo y quiero hablarte más sobre ello porque me sigue doliendo. ¿Te parece posible?, ¿te gustaría?  Porque si no, esas cosas, siempre se nos queda en el tintero», finaliza. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.