Ramón Nogueras, psicólogo: «De todas las estrategias para cambiar las conductas, el castigo es la menos eficaz»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Ramón Nogueras, psicólogo.
Ramón Nogueras, psicólogo.

El experto explica las razones que llevan a las personas a comportarse de la manera en que lo hacen y recuerda que la modificación de la conducta se puede utilizar «en todos los ámbitos de la vida humana»

05 abr 2024 . Actualizado a las 15:27 h.

El psicólogo Ramón Nogueras reconoce haber escrito un libro para entender por qué hacemos tonterías, «cometemos imprudencias e incluso, a veces, nos comportamos como seres aparentemente racionales». En su nueva obra, Por qué pollas haces eso, editado por Kailas, aborda todos los misterios del comportamiento humano. Entender el razonamiento que cada persona hace de manera inconsciente puede ayudar a que lo cambie. «La modificación de la conducta se puede utilizar en todos los ámbitos de la vida humana», destaca.

—Sabemos que fumar o que no hacer ejercicio es malo, ¿por qué a veces hacemos cosas que no son lo mejor para nosotros?

—Cada una de estas conductas tiene una explicación separada. Con el libro pretendo introducir el análisis funcional, que es la mejor herramienta con la que contamos los psicólogos a día de hoy para entender, analizar y modificar el comportamiento. 

—Empecemos por la primera, ¿por qué seguimos fumando?

—Cuando nosotros fumamos, el castigo está lejos en el tiempo. Sabes que es malo, pero este cigarro, aquí y ahora, no te va a matar. Por otro lado, el placer, el reforzador de la conducta de fumar, es inmediato. Normalmente, hay una serie de ecuaciones, que te dicen en qué punto preferimos un tipo de incentivo u otro según lo lejos que esté en el tiempo. En muchos casos, pensamos que fumar es mejor a corto plazo. 

—¿Y por qué no hacemos ejercicio sabiendo que sus consecuencias son tan buenas?

—Por justo lo contrario que fumar. Cuando hacemos ejercicio, está claro que hay una serie de reforzadores. Por ejemplo, nos vemos mejor y podemos hacer cosas mucho más fácil que antes, pero claro, eso está lejos en el tiempo. En cambio, lo que está más próximo son las agujetas, el cansancio, sudor o incomodidad. ¿Qué sucede? Que muchas veces es difícil, y tenemos que utilizar herramientas para superar esos inconvenientes a corto plazo y poder mantener la vista en el reforzador a largo plazo. En ocasiones, decimos que Fulanito tiene mucha fuerza de voluntad, o que Fulanito va siempre al gimnasio. Pero es que Fulanito, como lleva mucho tiempo entrenando, ya tiene esa recompensa. Para él no está lejos en el tiempo, sino que es inmediata y lo que está haciendo es mantenerla en el tiempo, algo que es mucho más fácil que crear la conducta que lleva a ella. 

—¿Qué propone el estudio de la conducta para mantener este hábito en el tiempo?

—Hay varias estrategias. Por ejemplo, las autoinstrucciones verbales. Podemos utilizar el lenguaje. También podemos recurrir a estrategias que faciliten nuestro contexto y la tarea que deseamos hacer. Por ejemplo, yo me dejo las pesas en mitad del comedor la noche antes, y así por la mañana, cuando me levanto y las veo ahí, tengo dos opciones. O bien quitarlas del medio y ver que las he sacado para nada o, por el contrario, ya que las he sacado, entreno. Estoy reduciendo el coste de emisión de respuesta. Otras personas pueden utilizar otra estrategia, el Principio de Premack, que dice que cuando tienes una conducta que ya está establecida como un hábito, por ejemplo, desayunar bien, puedes emparejarla con la que quieres establecer —véase salir a correr— de forma que ese desayuno, que vas a tomar en cualquier caso, se convierte en el reforzador de la conducta de salir a correr y aumenta las probabilidades de que se establezca. Por eso a mucha gente le va muy bien entrenar por la mañana. Si te fijas, no se trata de apelar a conceptos como la voluntad, el carácter o cosas que no tienen mucha explicación, sino de jugar con el contexto para que las conductas que tú quieres realizar sean fáciles y las que no quieres realizar sean difíciles.

—¿La fuerza de voluntad es algo real para la psicología? 

—No, a la fuerza de voluntad le sucede como a muchos otros conceptos en psicología con los que los conductistas no estamos de acuerdo. El problema con la fuerza de voluntad es que no existe como lo hace tu pulmón, no es una cosa que tú tengas o no, sino una etiqueta que le ponemos a un patrón de comportamiento. 

—¿Cómo se debería entender?

—Si quieres que lo definamos bien, en términos operativos, podríamos decir que es la capacidad de elegir conductas con un reforzador más demorado, es decir, que su recompensa está más lejos en el tiempo en comparación con las que están inmediatamente reforzadas. Se ha llegado a postular que la fuerza de voluntad existe como una especie de reserva de energía que se va agotando conforme vas tomando decisiones, que es la teoría del Desgaste del Ego, solo que luego, cuando se ha intentado replicar, no fue posible. 

—Pero sí existe la gente que, fuerza de voluntad o no, se compromete más con una actividad.

—Cuando alguien tiene fuerza de voluntad es porque ha aprendido que merece la pena hacer ciertas conductas aunque la recompensa esté más lejos, porque ha aprendido a entrar en contacto con ese reforzador pese a estar demorado. No hay una cosa especial. No se puede entrenar la fuerza de voluntad. La persona que dice que no la tiene, tal vez sí la tenga para, por ejemplo, jugar mucho rato a un juego que le gusta. Aquí se trata de conseguir que esa tarea, que a priori nos resulta más desagradable, pase a ser apetitosa. Y ya te digo yo que así ya no necesitarás fuerza de voluntad. 

—Dice que «por qué pollas haces eso» es la pregunta clave de la psicología.

—Claro, la clave es que una ciencia tiene cuatro objetivos fundamentales. El primero es describir los fenómenos naturales; el segundo es explicar el porqué; después, ver si hay ciertas condiciones de predecir que esto ocurriera y de qué manera, y por lo tanto, podemos controlarlo en el sentido científico. Si yo puedo predecir en qué circunstancias una persona va a mostrar una conducta aversiva, de alguna forma, puedo modificar el contexto de esa persona para que disminuya la probabilidad de esta conducta agresiva. La cosa con esto es que tiene muy mala prensa porque nos gusta pensar que somos únicos y especiales, pero la realidad es que nuestra conducta está siendo controlada por algo. Lo ilusorio es pensar lo contrario. Del mismo modo que cuando la gente dice que va a educar sin premios ni castigos, eso es imposible. Si yo por ejemplo le digo a mi hija que esa multiplicación no está bien hecha y debe hacerla otra vez, eso es un castigo. O si yo sonrío a mi hija cuando hace algo que es bonito, eso es un reforzador. La atención de los padres o cuidadores adultos es un reforzador gigantesco para los críos. Por eso, cuando escucho que la gente quiere educar sin premios ni castigos o que usar incentivos es inmoral, creo que no saben lo que están diciendo porque van a seguir estando ahí, queramos o no. 

—¿Cómo se construyen los gustos?, ¿lo habitual nos gusta más?

—Tendemos a preferir aquello que nos es familiar. Lo que explica la formación del gusto normalmente es un proceso de condicionamiento clásico. Es decir, estímulos que eran neutros se asocian con otros que de forma innata (incondicionada) producen una reacción positiva. Tu comida favorita es un sabor con el que te has familiarizado porque, además de la respuesta incondicionada de eliminar el hambre, también está asociada con otras cosas positivas, generalmente, con tus cuidadores, padre, madre o abuelos. Por eso, la mayoría dice que su preferida es la que siempre han tomado en casa: la tortilla de mamá o el arroz de papá. Lo mismo sucede con la música, que normalmente la escuchan tus grupos de referencia. Todas estas cosas van haciendo que se vayan formando y que se vayan extinguiendo ciertos gustos. 

—Señala que la mejor forma de superar a un ex es mediante el contracondicionamiento. 

—Sí. Por ejemplo, a ti te puede gustar mucho una canción porque le gustaba mucho a tu pareja, pero tenéis una ruptura que acaba como el Rosario de la Aurora, y esa canción, que antes estaba positivamente condicionada, ahora pasa a estar condicionada aversivamente, y cuando la escuchas, experimentas sensaciones que podríamos describir como negativas. Por eso explico que la forma de superarlo es el contracondicionamiento. Esto es coger la música que antes te causaba ese malestar y que ahora pase a causarte nada o bienestar asociándola a estímulos más positivos. Esto no es lo que solemos hacer, la solemos evitar, lo que se llama reforzamiento negativo. En cambio, lo que tienes que hacer es ponerla en bucle, exponerte al malestar que eso te causa, y poco a poco, por un proceso que se llama extinción condicionada, irá perdiendo la capacidad de evocar ese tipo de emociones y podrás condicionarla a situaciones agradables para poder disfrutarla. 

—¿En ocasiones, un miedo —como el que mucha gente tiene a hablar en público— se puede superar mediante la exposición?

—Efectivamente. De hecho, hay psicólogos que consideran que la gran mayoría de problemas psicológicos son problemas de evitación. Por ejemplo, la fobia a las arañas que alguien puede tener no es tanto el problema en sí, sino la conducta que presentan para nunca encontrarse con ellas. De hecho, este miedo puede ser útil en ciertos contextos, como Australia. Ahora bien, si por ese temor, la persona deja de ir a una casa rural con sus amigos porque hay bichos, aparece el problema, que no es el miedo en sí, sino todo lo que hace para evitarlo. Estos procesos se han mantenido por el reforzamiento negativo, el sujeto hace algo y evita un malestar. Lo mismo para hablar en público. En general, la exposición va a ser el tratamiento de elección en muchísimos problemas psicológicos, porque a medida que la persona vaya realizando la conducta que le da miedo, esta ansiedad y evitación irán disminuyendo. Lo vemos al aprender a conducir, que conforme realizas prácticas, ensayos de exposición, la ansiedad se disminuye porque te habitúas. A medida que se presenta el estímulo, la reacción disminuye. Este es un proceso muy simple. 

—No somos tan diferentes a un perro en materia de conducta, salvando las distancias. 

—Efectivamente, es que son las leyes de comportamiento. Aparecen en organismos y sistemas nerviosos, como las plantas, u organismos unicelulares. Estamos hablando de que es el lenguaje común de la psicología, tanto los psicólogos conductistas como los no conductistas reconocen la validez de estos procesos y principios de aprendizaje. 

—¿Tiene sentido castigar al niño porque no haga sus deberes?

—De todos los procedimientos para cambiar las conductas, el castigo es el menos eficaz, porque en primer lugar, un castigo, en psicología, es una consecuencia que disminuye la probabilidad futura de realizar una conducta. No necesariamente implica la presentación de estímulos dolorosos o agresivos, a veces, puede ser castigado con la consola que, básicamente, consiste en retirar un reforzador. El tema con el castigo es que, para empezar, no enseña. Aunque a veces puede ser necesario, el castigo no enseña conductas nuevas, solo la reduce.En segundo lugar, es mucho más útil reforzar la conducta que queremos ver y dejar de reforzar —lo que se llama extinguir—. Además, puede provocar consecuencias indeseadas. Por ejemplo, que solo tenga efecto mientras que el que administra el castigo esté presente; o que, debido al condicionamiento clásico como el perro de Pavlov, la persona que reciba el castigo asocie a la persona que lo manda con ello, y acabe desarrollando emociones aversivas hacia ella. 

—La pregunta contraria, ¿qué puede hacer una familia para que su hijo cumpla con sus obligaciones?

—Si yo quiero que mi hijo haga los deberes, puedo utilizar el moldeamiento, que es el procedimiento de reforzamiento que tiene que ver con buscar una serie de aproximaciones sucesivas a las conductas que queremos llegar. En otras palabras, si mi intención es que invierta un hora en ello, podré empezar por reforzar que se siente y pase diez minutos. Luego, gradualmente, iré aumentando el tiempo necesario para ese reforzador. También puedo recurrir al Principio de Premack, si al niño le gusta jugar a la consola, hago que esa tarea se convierta en una condición. De esta forma, asociará una cosa con la otra. Y ya por último, tengo que mirar el contexto; si hay algo que le dificulte o facilite esa tarea. Hay muchísima investigación que demuestra que parte de la razón que explica que los niños de familias con ingresos más bajos tienen dificultades académicas viene de que, a menudo, no tienen un espacio adecuado para hacer los deberes. No tienen una habitación en la que concentrarse ni un espacio donde estar tranquilo y a gusto. 

—¿Cuáles son las consecuencias negativas de un castigo?

—Afortunadamente, los niños que han sufrido abuso no están en mayor riesgo de perpetrar abuso que otros. Ahora bien, si el menor solo ha tenido acceso a castigos, puede que repita los patrones porque no conoce otra forma de hacerlo, pero no tiene que ver con cuestión de traumas. En cambio, un niño que ha crecido en un entorno más enriquecido, aprendiendo diferentes maneras de afrontar un conflicto, luego tendrá un repertorio más amplio para enfrentarse a otros retos. Todo esto suponiendo que no lo aprenda en otro contexto, porque los niños no viven solos en su casa con sus padres. De hecho, la influencia más grande a la hora de analizar el desarrollo de la personalidad de la gente viene de los compañeros, que tienen mucho más peso que los padres. Estos últimos no presentan ninguna, salvo la influencia genética.  

—Explica que el móvil es un buen ejemplo de reforzamiento aleatorio intermitente.

—El reforzamiento intermitente aleatorio quiere decir que la persona no puede analizar cuántas veces tiene que repetir la conducta antes de obtener el reforzador. Como digo, el mejor ejemplo es el móvil, pero ojo, esto no quiere decir que sea adictivo. Esta creencia se ha puesto muy de moda y es algo que la evidencia no corrobora en absoluto. Se produce esta forma de reforzamiento porque a veces, al mirarlo, puede haber notificaciones, y otras veces no; es más, a veces, estas notificaciones resultan agradables. Si bien esto no significa que sea adictivo, sí que influye en que le prestemos más atención. Es parte del diseño.  

—Es decir, ¿la adicción al móvil no existe? 

—Exacto. Se puede hablar de un uso inadecuado del móvil, igual que se puede hablar de cualquier conducta con tintes problemáticos. Hay personas que se obsesionan con la comida sana, la ortorexia nerviosa, y no por eso no vamos a prohibir comer sano. Para que algo cumpla los criterios de adicción, muchos psicólogos entendemos que a nivel técnico se tienen que dar ciertas variables que hasta ahora solo cumplen algunas sustancias que afectan al sistema nervioso (aunque haya más factores) y el juego de azar.

—En el juego de azar también interviene un reforzamiento intermitente aleatorio. 

—Sí. El juego de azar, debido a este reforzamiento, pero también por el tamaño de las recompensas y algunos factores más que tienen que ver con nuestro sistema de alimentos, consigue “hackear” la forma en que nuestro cerebro desarrolla las conductas de resistencia. 

—¿Qué tiene que ver una adicción con nuestro sistema de obtener alimentos?

—El tema de reforzamiento intermitente tiene un motivo muy interesante porque es una conducta seleccionada. Si te fijas, cazar y recolectar alimentos es una conducta que está reforzada intermitente y aleatoriamente. Cuando sales a cazar, la mayor parte de las veces no tiene éxito. Si nosotros no persistiéramos pese a la falta de reforzadores, nos moriríamos de hambre, por eso el reforzamiento intermitente es tan potente. En el juego lo que tienes es un proceso de reforzamiento intermitente con una recompensa de tal magnitud que se teoriza que la descarga de dopamina que genera esa recompensa puede ser tan grande que se impide la habituación. Es decir, no te habituas a jugar un juego de azar, en cambio, sí lo haces con un videojuego, que al final te acaba aburriendo. Es decir, si le echo 500 horas no seguidas a un videojuego, yo ya me habré cansado de ello y buscaré otro. Pero esto no ocurre con el juego de azar, no tiene límites. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.