Arthur Aron, creador de las 36 preguntas para enamorarse: «Cada dos semanas hay que hacer algo nuevo con tu pareja»

SALUD MENTAL

Arthur Aron fue el autor del famoso cuestionario de las 36 preguntas para enamorarse, aunque su intención nunca fue esa, sino generar intimidad.
Arthur Aron fue el autor del famoso cuestionario de las 36 preguntas para enamorarse, aunque su intención nunca fue esa, sino generar intimidad.

El experto en relaciones, que ideó este cuestionario para «generar intimidad», asegura que «tener de amigos a otras parejas se asocia con una mejor relación sentimental»

17 abr 2024 . Actualizado a las 12:07 h.

¿Qué hace que un amor sea duradero? Nadie tiene la respuesta definitiva, pero si alguien la supiese, con toda probabilidad sería el doctor Arthur Aron, investigador y profesor de psicología en la Universidad de Stony Brook, en Nueva York. Con más de cuatro décadas de estudio a sus espaldas, tiene casi todas las respuestas acerca de las relaciones. Es autor, junto a Elaine N. Aron, creadora del conocido término Persona Altamente Sensible, de las 36 preguntas para enamorarse. Precisamente, estos dos expertos son marido y mujer. 

—Usted ha estudiado el amor, la amistad y la intimidad durante casi 50 años. ¿Qué fue lo que más le sorprendió durante todo este tiempo?

—Pienso que desarrollar, y después probar, lo que se conoce como el modelo de autoexpansión, que ha sido lo central de mi trabajo. Como humanos, tenemos dos grandes motivaciones naturales. La primera es, como es lógico, sobrevivir; y la segunda, crecer, expandirse e incrementar nuestras habilidades y recursos. En esta parte entra el modelo del que hablo. Cuando tenemos una relación con alguien, incluimos al otro en nosotros mismos. Se convierte en parte de quienes somos. Por eso, al tener una pareja expandimos nuestro ser, es una de nuestras principales motivaciones. Hemos hecho muchísima investigación al respecto y vimos, por ejemplo, que los dos integrantes de una relación mezclan sus recuerdos y su forma de ser entre sí.  Esta autoexpansión es algo muy gratificante. La primera vez que alguien se enamora siente una especie de expansión, de conexión muy rápida, a la que uno se acostumbra. Nadie quiere perderlo porque significa perder parte de ti. 

—¿Hay forma de no perderlo?

—Hay cosas que se pueden hacer. Por ejemplo, cada semana o cada dos semanas, realizar alguna actividad interesante, retante o novedosa con tu pareja. De esta forma, esa primera sensación de emoción que sientes al enamorarte, la vuelves a sentir asociándola a él o ella. Así se mantiene la llama encendida. 

—En alguna ocasión ha comentado que una pareja, a medida que envejece, se parece más. 

—Sí, porque hay evidencia que lo dice. Hay razones para ello. En primer lugar, que ambos comparten el entorno, la comida y el estilo de vida. Y después, que es probable que estas dos personas se copien las expresiones faciales. En cualquier caso, aunque hay evidencia, la gente piensa que se parece más de lo realmente se parecen. 

—¿Y la personalidad no coincide?

—Probablemente sí, aunque no hay tanto trabajo hecho al respecto. Lo que sí sabemos es que mezclamos nuestro ser con el de nuestra pareja, nuestra forma de ser. Hemos investigado bastante al respecto. Por ejemplo, hicimos un estudio, que bastante gente replicó, que consistía en pedirle a un grupo de personas que hiciesen una lista muy larga con 50 cualidades que consideran que son y cuáles son. Y después, le pedíamos lo mismo a su pareja. Al final, los llevábamos a los dos al laboratorio para enseñarles cada lista de rasgos y preguntarles qué tenían de cierto en ellos y en su pareja. Ahora bien, cuando una característica estaba presente en uno, pero no en el otro, el que respondía tardaba un poco más en hacerlo. Era algo muy consistente. No es que hubiese muchísima diferencia, pero sí algo. 

—Usted y su mujer fueron los creadores del famoso cuestionario de 36 preguntas. Su objetivo, con esta batería de preguntas, era que la gente crease intimidad. ¿Tuvo éxito al final?

—Sí, totalmente. Al menos, a corto plazo. Es decir, se hizo para crear una cercanía en el laboratorio, y que después de estar 45 minutos haciéndolo, su confianza con la nueva persona fuese casi tan grande como la que tendría con el individuo de mayor confianza de su vida. Está claro que no siempre dura en el futuro, pero sí consigue crear esa sensación inicial, que al final es para lo que usamos el test. 

—¿En base a qué?

—El problema es que no sabemos en qué se basa esa proximidad, esa intimidad. Por ejemplo, sabemos que si tú eres cercano a una persona que forma parte de otro grupo, pensarás de manera más positiva respecto a ese grupo pero, ¿qué está causando esa cercanía? Hicimos este mismo test a un grupo aleatorio de personas con alguien de su misma raza y con alguien de otra. Después, se le pidió que indicase cómo de positivo se mostraba respecto al otro grupo. Esto variaba en función de la cercanía que había entre los dos primeros. Cuanta más cercanía, la impresión era más positiva. Así, supimos que una de las causas era el contacto extendido. Otro aspecto que observamos, y esto algo que se ha confirmado en repetidas ocasiones, es que una pareja que tiene otras parejas de amigos se asocia con relaciones mucho mejores. Es muy bueno para el vínculo. 

—¿Cuál es la razón?

—Al principio no la sabíamos, así que usamos una versión de las 36 preguntas. En turnos de dos, cada pareja hacía el test sin conocerse entre sí. Así vimos que los cuatro que respondían a las preguntas se sentían más cerca o más próximos unos a otros y, además, aumentaba la pasión y el amor por su cónyuge. De esta forma, en un laboratorio y con personas escogidas aleatoriamente, pidiéndoles que hiciesen un test, pudimos medir el efecto de cercanía. En cambio, si para medir esta intimidad, hubiésemos cogido a dos individuos conocidos, cada uno con su historia, con diferentes razones por las que se hicieron amigos, no daría tan buen resultado. 

—¿Dónde reside la clave de la efectividad de estas 36 preguntas?

—Son varios factores. Primero es lo más obvio, que revelamos cosas sobre nosotros mismos y sentimos que la otra persona nos escucha. Pero es importante que al principio no desvelemos demasiado, porque sino podemos desanimar al de enfrente. Por eso, al principio son preguntas no demasiado profundas — como con qué personaje te irías a cenar— y luego crecen en intensidad y son más personales —cómo te sentirías si tu madre se muriese—. Otra variable es que por el medio pusimos preguntas con objetivos claros. Por ejemplo, una que buscase que se sintiesen parecidos, similares el uno al otro, que es algo que ayuda a establecer una relación. Por eso, hay una pregunta que pide que digan cosas que tienen en común con el otro. También les pedíamos que nos dijesen algunas cosas que le gustaban del otro, porque sabemos que para generar intimidad, una de las estrategias que mejor funciona es saber que le gustas a la otra persona, que le caes bien. Claro, nunca requerimos que nos dijesen lo que no les gustaba (se ríe). Ahora sabemos que la razón principal por la que todo esto funcionó fue el interés, es decir, que cada uno le da al otro la posibilidad de sentirse atendido. De hecho, una de las principales formas de mantener la calidad en una relación es sentir al otro pendiente de ti. 

—Usted no creó este cuestionario para que la gente se enamorase, ¿pero le llegó algún caso de alguien que lo hiciese a raíz de ello?

—Sí, desde luego. El primero fue el artículo del New York Times en el que se contaba esta anécdota precisamente. Lo cierto es que nosotros, previamente, habíamos desarrollado una versión más larga y extendida de las 36 preguntas que fue diseñada para crear atención romántica, no tanto para enamorarse, pero sí para buscar esa conexión más amorosa. Nunca lo llegamos a publicar porque lo desechamos, pero finalmente, lo acortamos a esta versión que solo pretende generar cercanía. No sé si alguien lo habrá utilizado para enamorar a alguien, pero desde luego que aumenta el interés y la intimidad con la otra persona. 

—¿Se podría utilizar durante una cena con un amigo?

—Claro. Está bien. Nuestra versión solo lleva 45 minutos, y es porque la dividimos en tres bloques, dando tiempo a responder una y otra vez. Cada 15 minutos los interrumpíamos y les pedíamos que pasasen al siguiente bloque, no esperábamos a que acabasen todas las preguntas, simplemente, les dábamos todas esas para que nunca se quedasen sin tema de conversación. Ahora bien, si alguien lo quiere utilizar con un amigo o alguien que le gusta genial, nunca hace daño conocer más al otro, pero ojo, porque ayuda a enamorarse. Lo importante es que no se utilice una y otra vez, porque al final, ya sabes la respuesta. Sí se pueden recrear versiones ligeramente diferentes y así repetirlo. 

—¿La gente tiene que mirarse a los ojos?

—En realidad, eso no formaba parte del cuestionario de las 36 preguntas, sino de la versión más antigua que creamos para generar sentimientos de romanticismo. Pero de nuevo, no hace daño, sino que probablemente ayude. Mirar a los ojos se ha asociado con sensaciones de amor, de afinidad y de interés por lo que dice la otra persona. Así que es probable que ayude. Es más, en esta versión romántica que hicimos había una pregunta que pedía que se mirasen a los ojos durante dos minutos seguidos. Hacia el final, cuando ya habían respondido a casi todo, también les pedíamos que imaginasen que se enamoraban de la persona que tenían enfrente por primera vez y que interpretasen cómo se lo dirían. 

—¿Qué se puede hacer para fortalecer una relación?

—Hay unas cuantas cosas y todas son cruciales. La primera es algo que la gente nunca quiere escuchar porque tiene que ver consigo mismo. Si alguien es inseguro o muy nervioso, es importante que lo trabaje. Será muy difícil tener una buena relación de pareja si estás en un mal estado anímico, porque al principio claro que te enamoras, pero después, acabarás cargando a la otra persona con todo. Otro aspecto importante es tener buenas habilidades de comunicación, ser capaz de enfrentarse a conflictos y saberlos llevar es esencial. De hecho, hay formas de trabajarlo. Después están los estresores. Hay que recordar que cuando uno está bajo mucho estrés no tiende a pensar con claridad, y si nuestra pareja hace algo que se sale de lo normal, tendemos a magnificarlo o a darle más importancia de la que tiene. Y por último, otro factor clave es el apoyo de la familia y amigos. Si tu pareja no es de su agrado, será difícil. El icono del amor típico son Romeo y Julieta y mira cómo terminaron por la falta de aprobación de su entorno. 

—¿Qué estrategia propone para enfrentarse a un conflicto de pareja?

—Que trate de verlo desde la perspectiva de un tercero, como si fuese una persona ajena. Eso da otra visión de las cosas. 

—Hablábamos de fortalecer una relación, ¿y si lo que buscamos es mejorarla?

—Todo lo anterior era necesario para que fuese bien. Si lo que quieres es que sea mucho mejor, recomiendo, como dije antes, hacer cosas nuevas e interesantes, cada poco tiempo, con tu pareja. Otra recomendación es celebrar los éxitos de tu pareja. De hecho, esto importa, incluso más, que apoyarles cuando las cosas van mal —que lógicamente, importa—. Y luego está la vida sexual. Si lo piensas, excepto lo último, también se aplica a las amistades. 

—¿Qué suele buscar una persona cuando busca una pareja?

—No tenemos estudios aleatorizados, pero sí tenemos muchas investigaciones en las que preguntamos a la gente la razón por la que se había enamorado, y una de las cosas más comunes era que veían a la otra persona atractiva y que, además, sentían que le gustaba al otro. Es decir, veían interés, se sentían deseados. Lo típico de cuando un amigo te dice: «Oye, ¿sabes que le gustas, no?». Otra cosa que vimos, y que sucedía de vez en cuando, es que la atracción mutua, que es la base del amor, aparece cuando conoces a alguien en un contexto en el que estás fisiológicamente emocionado. Un primer estudio que hicimos se llamó el Shaky bridge study. Teníamos dos puentes. Uno de ellos daba un poco más de miedo, porque era más alto, se balanceaba y los pasamanos eran más bajos, y otro, era más resistente y daba menos miedo. En ambos, una mujer paraba a algunos hombres y les pedía que cubriesen una encuesta y se inventasen un contenido. Al finalizar, les decía que si querían conocer más sobre el estudio, podían llamarla y les daba su número. Los varones que participaron en el primer puente no solo la llamaron más, sino que el contenido que habían creado tenía un carácter mucho más sexual que el otro grupo.

—Dicen que el amor solo dura de cuatro a cinco años. ¿Está de acuerdo o piensa que puede durar para siempre?

—No, yo pienso que puede durar para siempre. Hicimos un estudio representativo de los Estados Unidos, con mucha gente, y un 40 % declaraba estar intensamente enamorados de su pareja después de estar casados diez años o más. De hecho, unos años después, hicimos una resonancia magnética de ellos, y en un porcentaje menor  —que todavía seguía casado—, vimos que cuando miraban una foto de su pareja, su cerebro mostraba el mismo patrón de la gente que se acaba de enamorar. Así que es posible. Es una minoría, pero no es una minoría pequeña.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.