Guía de juguetes según la edad y una advertencia: «A los pediatras nos da mucho miedo un globo deshinchado»

Lucía Cancela
LUCÍA CANCELA LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Imagen de archivo de una tienda de juguetes.
Imagen de archivo de una tienda de juguetes. JOSE PARDO

Los expertos explican que jugar no solo consiste en diversión, sino que es la forma de aprender de los niños

02 ene 2024 . Actualizado a las 18:06 h.

Jugar no solo es sinónimo de pasárselo bien. Para un niño, aún sin saberlo, es aprender, es socializar y de un buen desarrollo físico y mental. Según la Asociación Española de Pediatría, los pequeños que tienen suficiente tiempo para jugar crecen más saludables y rinden mejor en la escuela. Los juguetes son, como cabe esperar, esencial en este proceso. «Estimulan las capacidades cognitivas, el desarrollo del lenguaje y la interacción con los demás, el juego simbólico y el de imitar acciones o roles, así como la actividad física», indica la AEP. Un menor que juega será un menor relajado, que controle mejor sus impulsos y que exprese lo que piensa y siente. 

El tipo de juego se adapta a la edad y a las capacidades del niño. De hecho, cambia de forma espontánea. Elegir una opción u otra en el mundo de las jugueterías corresponde a los adultos. Lejos de lo que se suele pensar, ni el más caro, ni el más bonito tiene por qué ser el mejor. Lo recomendable es que el juguete «le permita manipular, interaccionar con los cuidadores, explorar y usar la imaginación». Según las velas de cumpleaños, las necesidades y juegos cambian. «Por ejemplo, al principio es muy físico y más solitario y luego evoluciona hacia algo más imaginativo y social», precisa José Pedro Espada, psicólogo infanto-juvenil y colaborador del Colegio General de la Psicología (COP). 

Seis primeros meses

Durante el primer semestre de vida, «están aprendiendo a distinguir formas y colores, descubren su cuerpo poco a poco, siguen con la mirada el movimiento o empiezan a intentar agarrar con la mano un objeto», detalla Espada. La visión de los bebés está muy poco desarrollada, «y solo ven objetos que están muy próximos a ellos», indica Alexander Dubra, óptico optometrista y tesorero del Colexio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia.

Esto se traduce en la necesidad de que sean grandes y coloridos. Por eso, a esta edad un buen regalo pueden ser los sonajeros, ya que llaman su atención por el sonido, los mordedores, los móviles de cuna, «o las alfombras con diferentes texturas que tienen actividad para que el niño vaya probando, así como colores con contrastes que estimulan su visión», señala el psicólogo. 

De seis a doce meses

Entre los seis y doce meses, comienza el gateo y tienen una mayor capacidad de agarre y vista de su entorno. «Buscan objetos escondidos, empiezan a explorar más o se lanzan a coger más cosas», precisa el psicólogo. Además, a partir de esta etapa y hasta los tres años, los bebés pasan de ver en negro y blanco a «captar todas las tondalidades, con la visión desarrollada», señala el óptico optometrista. 

Por ello, el juguete se puede volver algo más complejo, aunque mantengan una gama viva de colores y sonidos como los libros táctiles para estimular el enfoque de objetos y la percepción de colores, «o los que disponen de piezas para encajar pero de un modo muy sencillo», sugiere el psicólogo. 

De uno a tres años

Entre el primer y segundo año de vida, el niño ya sabe caminar. Por eso, Espada sugiere buscar juguetes que contribuyan a desarrollar esta parte psicomotora: «Un columpio, el primer cochecito, unas pinturas o una pizarra». 

De dos a tres, además del desarrollo psicomotor también se potencia la creatividad y la imaginación. Además, se debe estimular mejor la percepción y la memoria visual. «Se introducen elementos musicales, los triciclos —para quien no lo tenía—, juegos de construcción o puzzles muy sencillos». O lo que es lo mismo, opciones que insten a la práctica de la destreza manual y a la imitación de las escenas cotidianas «ya que también empieza a verse el juego simbólico», precisa el psicólogo infanto-juvenil. 

Desde el Colegio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia, recomiendan el Tangram, juego que consiste en formar siluetas de figuras a base de piezas geométricas, «porque es una forma lúdica de mejorar las habilidades sensoriales y motoras ayudando a la visualización, la percepción espacial, la memoria y la atención visual», señalan. Alexadre Dubra apunta hacia opciones de montar o desmontar como «el clásico Mr. Potato». 

Los expertos recomiendan que todo niño en bicicleta lleve puestos elementos de protección.
Los expertos recomiendan que todo niño en bicicleta lleve puestos elementos de protección. EDUARDO PEREZ

Desde los 3

A partir de los 3 años, el nivel físico y cognitivo puede complicarse. Según Espada es ideal que, además de mantener lo que le gusta al pequeño, también aparezcan nuevos retos que lo estimulen: «Los niños aprenden probando cosas nuevas», aclara. La función más importante del juego «es el potencial de interacción que tiene con otros», precisa el experto, que añade: «Hay estudios que muestran que los niños no prefieren el juguete más caro y de moda, sino uno clásico, como el de toda la vida, que les permtia pasar un buen rato con otros niños, con sus padres o cuidadores», indica. Por ello, los tres años puede ser un buen punto de partida para incluir los juegos de mesa, «ya que además de una interacción», también enseñan normas, turnos y la regla de ganar o perder. 

A partir de los 6

A los seis años comienza su etapa escolar, y a partir de esta edad, «empiezan a leer, a hacer operaciones de sumar y restar y a realizar actividades en grupo». Por ello, se recomienda avanzar en la complejidad de los juguetes. «Si al niño le gusta la ciencia, se le puede regalar su primer microscopio muy sencillito o un experimento», señala. 

Una bicicleta o un monopatín también puede ser una buena opción, «ya que les permite combinar un juego de exterior que requiere más movimiento con uno más tranquilo», indica. 

Los juegos de mesa tradicionales y variantes, como la oca o el parchís son, según el colegio de ópticos, «un excelente entrenamiento visual», porque obligan a mover los ojos de forma parecida a come se haría el pasar de una la palabra a otra en la lectura. Además, precisan que la agudeza visual «adquiere relevancia» en juegos como Memory, Dobble o Uno, «y en suma ayudan al desarrollo de habilidades básicas asociadas a la lectura, a las matemáticas y a la codificación». 

De 6 a 12

Regalar un dispositivo electrónico no sería recomendable hasta los 12 años, cuando pueden entrar en escena los videojuegos. Eso sí, con control. «Los niños que utilizan más pantallas, más videojuegos, tienden a ser más sedentarios porque se relaciona con un menor nivel de actividad física y también con menos interacción», detalla el experto. 

La vista también sufre: «Es necesario que los niños pasen tiempo al aire libre para estimular la visión lejana y en 3D», precisa Alexander Dubra, que añade: «Tienen que calcular a qué distancia tiran la pelota o cómo encestar en alguna canasta». No solo esto, sino que el experto también apunta hacia el efecto beneficioso de la radiación ultravioleta del sol: «Parece ser que los niños que menos reciben son los que desarrollan más miopía», indica. Por ello, a estas edades no se debería exceder la hora de uso que recomiendan las comunidades pediátricas internacionales

¿Qué hace cada juguete?

El catálogo es amplio, pero todos los expertos consultados recomiendan dejarse guiar por la edad de uso descrita por el fabricante. El juego busca socialización, por ello, se recomienda que el niño esté en contacto con otros menores o sus cuidadores. «De esta forma, se desarrolla el lenguaje, la interacción recíproca y se promueve el aprendizaje apoyado por los adultos», apunta la Asociación Española de Pediatría. 

PACO RODRÍGUEZ

A grandes rasgos, los juegos de manipulación son los más recomendados a niños pequeños: desde puzzles sencillos, a juegos de cubo y pala en el parque, bloques para apilar o elementos que golpean como un tambor. Los juguetes que promueven la actividad física también son importantes, no solo por diversión, sino por el desarrollo motor y la autorregulación a la que contribuyen. El ejemplo más claro y de fácil acceso es una pelota. 

Los objetos con bloques y puzzles pueden ayudar al desarrollo «de habilidades motora y del lenguaje», ya que buscan solventar un desafío. Y, finalmente, el juego imaginativo, empleado con animales, muecas o comida por ejemplo, fomenta la evolución del lenguaje, del pensamiento simbólico y del desarrollo social y emocional. 

Piezas pequeñas y globos, los elementos más temidos

A la par que diversión, el juego también debe primar la seguridad. «Las piezas de menos de cuatro centímetros se deben eliminar en los elementos destinados a menores de 4 años», señala el doctor Valero Sebastián, miembro del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría, ya que pueden causar una obstrucción de la vía aérea o depositarse en el aparato digestivo.

Las bicicletas o patines deben ir acompañadas «de casco y protección de codos y rodillas», y los globos o embalajes nunca se deben dejar sin supervisión. «A los pediatras nos da mucho miedo un globo deshinchado porque es un elemento de mucho peligro que pueden ingerir, que se les tapone la glotis y causar una obstrucción», indica. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.