¿Es cierto que el coenzima Q10 ayuda a frenar el envejecimiento?

VIDA SALUDABLE

Formulación química del coenzima Q10.
Formulación química del coenzima Q10. La Voz de la Salud

Un antioxidante fundamental para seguir vivos más allá del marketing | Los problemas de síntesis de esta molécula suelen suponer la muerte, pero la población la asocia normalmente a los efectos rejuvenecedores que prometen las cremas faciales

04 abr 2022 . Actualizado a las 11:13 h.

«Confía en la crema antiarrugas más vendida en España», asegura un anuncio de una famosa loción rica en coenzima Q10. Aunque parezca mentira, a fuerza de repeticiones publicitarias, hemos incorporado a nuestra vida esta molécula de la que nada (casi nada en el mejor de los casos) sabemos. Otro milagro del marketing. Porque, realmente, ¿qué conocemos del Q10 para que haya funcionado como reclamo de tal manera?. Hagan un ejercicio de sinceridad con ustedes mismos y piensen si saben lo que es, dónde está presente, para qué sirve y qué tiene que ver con un mejor o peor envejecimiento. Seguramente hayan suspendido.

Hablamos del coenzima Q10 (mejor en masculino que en femenino, nos recomiendan los expertos). Desde la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla un grupo de investigadores lleva trabajando años sobre esta coenzima. «Su gran problema es que se banaliza un poco. Se considera algo cosmético y el Q10 tiene funciones enormemente importantes para las células», se lamenta Guillermo López Lluch, catedrático de biología celular de la universidad pública sevillana. Ahí va el primer dato que probablemente no sepan: todos los organismos de este planeta tienen algún tipo de coenzima Q. Así que no, no solo «vive» en las cremas, sino que la llevamos dentro desde que nacemos.

Una molécula antioxidante esencial para la vida

Aunque existen estudios desde la década de los cuarenta y los cincuenta del siglo XX, su fama es reciente. El coenzima Q10 es una molécula lipídica con propiedades antioxidantes y esencial para la vida. Tan esencial que los niños que nacen con problemas genéticos que les impiden sintetizarla, mueren en un plazo muy corto de tiempo. Vamos a trazar una explicación lo más básica posible. El cuerpo humano se compone de billones de células. Y esas células necesitan gasolina para producir energía que haga que nuestros órganos carburen. Los surtidores de la gasolina celular se llaman mitocondrias, que tienen en nómina al coenzima Q10. La gran peculiaridad del Q10 es que es capaz de introducirse en nuestras membranas y ejercer una labor de conservación, impidiendo que se desgasten. «El coenzima Q10 es esencial para que las mitocondrias de las células produzcan energía. Al ser una molécula lipídica, es fundamental para las membranas celulares y para que el colesterol del plasma sanguíneo se mantenga sin oxidar. Eso es lo que se desconoce, es un antioxidante que se usa en las cremas, sí, pero es mucho más», detalla con esfuerzo didáctico Guillermo. 

Sabías que... Las coenzimas Q están presentes en todos los organismos. En el caso de los humanos es Q10, los roedores tienen Q10 y Q9, las levaduras tienen Q6 y los gusanos, por ejemplo, Q8. El número depende de la cantidad de componentes que contiene la cola de esa molécula mientras que la cabeza es exactamente la misma en todos los organismos. 

Así pues, deben saber que se trata de un antioxidante de las membranas celulares y del colesterol (cuyo déficit se asocia por tanto a problemas cardiovasculares); que la incapacidad para sintetizar a causa de un síndrome genético se relaciona con una muerte temprana y casi segura; y que está muy asociada al envejecimiento celular y, por tanto, a nuestro envejecimiento, porque conforme pasan los años nuestra capacidad para generarlo va disminuyendo más y más. 

Freno al envejecimiento

Sí, el coenzima Q10 ayuda a frenar el envejecimiento. Aunque quizás sea más correcto darle la vuelta a la afirmación, perder Q10 nos hace envejecer. Los niveles en plasma de esta coenzima son fundamentales para evitar la oxidación celular, relacionada directamente con el envejecimiento y la fragilidad. «Cuando nacemos se fabrica Q10 a una velocidad que va aumentando en los primeros años de vida; luego, se estabiliza; con el envejecimiento, va descendiendo, lo que está asociado a una serie de problemas», explica López Lluch. Conociendo su importancia, surgen varias preguntas. Por ejemplo, si sabemos que puede relacionarse con enfermedades coronarias, ¿conoce nuestro médico nuestros niveles de Q10 y podría alertarnos si son preocupantes? La respuesta es que no. Un análisis de sangre no mide nuestros niveles de Q10. Primer problema.

«Hay un vacío. Con una sola analítica de sangre, igual que nos miran el colesterol, se podría pedir el coenzima Q10 en sangre, y a partir de ahí intentar asociarla con el funcionamiento fisiológico del individuo», explica Cristina Fernández Portero, profesora de psicología y doctor del departamento de antropología social, psicología y salud pública de la Universidad Pablo Olavide. Ella trabaja mano a mano con Guillermo López Lluch en sus investigaciones sobre el Q10 y su papel en cómo envejecemos: «Nos toca romper el mito de relacionar el Q10 con las cremas, con la cosmética y con la suplementación nutricional. Hay que explicar a nivel científico que los niveles en plasma de Q10 son fundamentales para evitar la oxidación celular. Y quién nos dice que esa coenzima Q10 no es una forma de medir los niveles de envejecimiento a través de las analíticas». Porque dos personas con la misma edad cronológica no son dos personas igual de envejecidas.

Segundo problema. A pesar de que existen alimentos ricos en Q10, es difícil para nuestro cuerpo absorber esta molécula. Tampoco todo el mundo la asimila del mismo modo. «Es difícil de absorber a través de la dieta aunque consumas alimentos como el sésamo u otras semillas, la almendra o la carne roja (cuyo consumo debe ser moderado), que son ricos en ella. Su absorción es muy baja. A partir de cierta edad sería recomendable comprobar los niveles, algo que no se hace, y suplementar. Nosotros hemos hecho estudios para comprobar la biodisponibilidad y hemos descubierto que hay personas que absorben muy poco, ahí ya hay un problema. Luego, dentro de la sangre, las personas muestran también una gran variedad de presencia en sus niveles de Q10. ¿Por qué? No tenemos ni idea, pero hay personas que tienen tres veces más que otras», explica López Lluch.

Los investigadores apuntan a que una dieta equilibrada y rica en polifenoles, el ejercicio físico y algunos fármacos sí parecen haber demostrado cierta eficacia a la hora de prevenir la caída de los niveles de coenzima Q10 en nuestro organismo. 

Enfermedades asociadas a una incapacidad de sintetizar Q10

La cara más amarga la representan aquellos niños nacidos con una enfermedad genética que les impide sintetizar esta molécula y cuyo final es casi siempre la muerte. «Se llaman enfermedades mitocondriales por déficit de coenzima Q. Son enfermedades raras y genéticas. Y son desastrosas. Muchos de los pacientes son niños y mueren muy pronto. Otros ni siquiera llegan a nacer», explica el científico.

Estos síndromes son muy variables en función de la mutación que se presente y suelen ser diagnosticadas a través de su sintomatología. Las personas afectadas suelen tener entre sus síntomas la ataxia (disfunción motora), sordera y problemas en la función renal. «Los niños que sufren estas enfermedades suelen tener estos tres síntomas. Luego puede aparecer la mialgia (defectos musculares). Cuando un pediatra se encuentra con este tipo de síntomas deriva al paciente a estudios genéticos para encontrar la mutación, pero es muy difícil de tratar», explica. 

¿Funcionan los suplementos de Q10?

¿Hemos sido engañados con el Q10 o realmente funciona? Sirve de algo utilizar cremas y suplementos supuestamente ricos en esta molécula. Es lógico que sean escépticos dada la poca formación que tenemos sobre esta coenzima en comparación al bombardeo publicitario  al que nos someten, pero la respuesta es que sí, funciona. De hecho, todos los miembros de este equipo de la Universidad Pablo de Olavide aseguran que se suplementan con Q10 desde que su investigación comenzó, algo que les mostró los beneficios que puede aportar a la salud.

«Yo tomo suplementos de Q10 porque tengo 53 años, una vida bastante sedentaria y el ejercicio físico que puedo hacer sé que no es suficiente. El sedentarismo hace bajar los niveles de coenzima Q10 y, como soy un hombre, sé que los accidentes cardiovasculares podrían ser un problema en el futuro», explica Guillermo López Lluch. Cristina Fernández también reconoce abiertamente consumirlo: «El equipo entero nos suplementamos vistos los resultados y los efectos que produce. No es un producto arriesgado porque lo que no utilice tu sangre va a ser eliminado. Nos suplementamos unos meses, lo dejamos, y lo volvemos a retomar pasado un tiempo». La psicóloga deja sobre los hombros de cada uno la decisión de utilizar suplementos o no, pone por delante que no tiene ningún tipo de interés farmacéutico y que su decisión se basa en que es un producto sin riesgos y muchos beneficios.

Cremas con Q10, la gallina de los huevos de oro, ¿son efectivas?

Antiaging, oxígeno activo, colágeno activo, Q10... Demasiados tecnicismos que manejar para elegir una simple crema que nos hace tener constantemente la mosca detrás de la oreja, sembrando la sospecha de si estamos pagando por algo que realmente sirva para lo que promete. El coenzima Q10 es un gran reclamo en esta industria. La duda es, ¿funciona? Sí, una crema con Q10 también se muestra efectiva a la hora de frenar el envejecimiento de la piel. Se encarga de añadir los matices a esta afirmación el catedrático en biología molecular.

«Todas las cremas tienen básicamente la misma solución. Primero, una capa grasa que favorece la hidratación, aunque en realidad hablamos de prevención de la sequedad. Todas las cremas son grasas. Las personas mayores tienen la piel muy seca, básicamente porque su dermis se ha ido perdiendo y la cantidad de sangre que llega es muy poca, lo que les hace estar poco hidratados y presentar una piel arrugada y acartonada. La crema crea una capa de grasa que evita la sequedad», explica López Lluch que prosigue: «El segundo elemento común son los compuestos antioxidantes. Casi todas las cremas tienen vitamina E, que previene la oxidación en las membranas y el Q10 es el componente que permite a la vitamina E funcionar. La vitamina E por sí sola se gastaría pronto y el Q10 la mantiene activa».

Envejecer, mucho más que un proceso estrictamente biológico

La presencia de una psicóloga especialista en salud pública en el trabajo de la universidad andaluza no es casual. Pese a que la biología ha logrado en las últimas décadas alargar más y más la esperanza de vida de las personas, los retos sobre el envejecimiento están lejos de estar resueltos. Como prueba, la creciente preocupación de los gobiernos nacionales, instituciones europeas y hasta la OMS por poder garantizar un envejecimiento saludable a todas las personas. Es decir, que soplar velas no sea sinónimo de perder autonomía y ganar en fragilidad. Y aquí las ciencias sociales tienen mucho que decir. 

Ambos departamentos de la Pablo de Olavide (psicología y biología) trabajan conjuntamente para poder aplicar los beneficios antioxidantes del Q10 a múltiples disciplinas. «Hemos logrado encontrar sinergias entre la biología y la psicología en el estudio de las personas mayores. Desde el ámbito de la psicología, nuestra función es ver cómo podemos envejecer mejor. Sabemos que podemos vivir más años, pero nos interesa envejecer con mayor calidad de vida. El envejecimiento es un modelo biopsicosocial, donde la parte fisiológica tiene que estar bien atendida para que luego podamos estudiar los parámetros psicológicos y sociales para alcanzar un envejecimiento activo a», explica con entusiasmo Fernández.

 «Sabemos que a partir de cierta edad, cuando las personas mayores se vuelven más sedentarias se empieza a tener lo que se conoce como fragilidad, la vulnerabilidad fisiológica que tenemos los individuos nos hace perder habilidades funcionales, es decir, de la vida diaria. A más fragilidad, menos actividades de la vida diaria podré hacer por mí mismo como salir a comprar, llevar la economía de mi casa, subir al autobús o contestar al teléfono. Si perdemos esta autonomía, nos volvemos más dependientes», comenta la doctora en psicología. Y ahí entra el juego el coenzima Q10. «Esa fragilidad a nivel biológico se explica porque hay una coenzima, el coenzima Q10, que se ha mostrado efectivo para el estrés oxidativo de las células y eso va a ayudar a que las personas mayores ralenticen la aparición de la fragilidad y sigan manteniendo actividad física. La actividad física significa mantener actividades funcionales».

Por eso, en aras de la prevención, tanto Guillermo como Cristina abogan por fortalecer en el sistema público de salud la atención a las personas mayores. «En España, lo que debería haber es, teniendo en cuenta que ya nos encontramos ante un porcentaje de población envejecida muy alto, una especialidad de gerontología que tratase a las personas mayores según las necesidades que tienen. Igual que tenemos una especialidad de pediatría hasta los 14 años, tener un especialista que tenga en cuenta que la fisiología de personas mayores cambia cuando envejecen. Van a tener un montón de tratamientos, de interacciones farmacológicas, una falta de agilidad asociada a la edad y hay que tratarlos de manera especial», reclama López Lluch. Petición a la que también se suma su compañera, que incide en que no es que el sistema de salud español no cuente con psicogerontólogos, es que apenas existen profesionales de la geriatría, la rama puramente clínica: «Si miras el número de geriatras que hay por personas mayores con respecto a los médicos de medicina general o a los pediatras, es ínfimo. Y estamos hablando de sanitarios. Hablar de psicogerontólogos… No, todavía no. Aunque vamos en esta línea», recalca. 

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.