Píldora para hombres: «En cuanto hay efectos adversos, la contribución masculina a la anticoncepción tiene poco recorrido»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

La píldora anticonceptiva masculina aún está muy lejos de materializarse.
La píldora anticonceptiva masculina aún está muy lejos de materializarse. La Voz de la Salud | iStock

Un fármaco que frena la creación de espermatozoides se estudiará en humanos, pero para que llegue al mercado deberá ser mejor que la píldora femenina

04 abr 2022 . Actualizado a las 18:15 h.

La píldora anticonceptiva ha marcado un antes y un después en la vida sexual de las mujeres. Desde su lanzamiento y popularización, se ha convertido en un símbolo del control sobre la propia vida reproductiva y ha permitido a las personas tomar decisiones sobre la planificación familiar como nunca antes había sido posible a lo largo de la historia. Pero la píldora tiene sus detractores. Para empezar, porque se trata de un tratamiento hormonal sintético que puede provocar efectos adversos en el organismo, especialmente con su uso a largo plazo. Y también, en cierta medida, porque la anticoncepción oral femenina ha relegado el rol de los hombres en este tema. Ahora, todo eso podría estar a punto de cambiar.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Minnesota ha desarrollado una píldora anticonceptiva para hombres que se ha probado en ratones con un 99 % de efectividad. El fármaco, que, al contrario de lo que ocurre con la píldora femenina, no contiene hormonas, entrará en fase de ensayos clínicos en humanos a finales de este año. Y aunque aún queda un largo camino por recorrer hasta que la píldora masculina se convierta en una realidad, este es un gran avance con respecto a intentos anteriores.

En las pruebas en animales, la nueva píldora masculina ha demostrado un potente efecto inhibidor de la espermatogénesis. Ahora, queda ver qué ocurre en los ensayos en humanos. En este sentido, también se busca evaluar los efectos adversos que pueda generar el fármaco en las personas. «La fase de experimentación animal ha demostrado muy poquitos efectos adversos, son ratones que han salido sanos del experimento y han recuperado la fertilidad 4 o 6 semanas después de abandonarlo», observa José Gutiérrez Alés, Presidente de la Sociedad Española de Contracepción.

Lo que distingue a este nuevo fármaco es su composición química no hormonal. «Es un anticonceptivo que está basado químicamente en una proteína. Tiene la cualidad de unirse al receptor alfa del ácido retinoico, que es el que más nos interesa desde el punto de vista de la producción de espermatozoides. Y como se une a ese ácido, impide que esa unión se establezca con la testosterona, que estimula la producción de estos espermatozoides. Si el lugar que debería ocupar la testosterona lo ocupa este preparado, se convierte en un competidor, no se estimula la síntesis de espermatozoides y, por tanto, no se producen. Sería un competidor de la hormona masculina que es la que, a nivel del testículo, facilita la formación y maduración de los espermatozoides», explica Gutiérrez.

Esto es lo que diferencia, a su vez, a este producto de las píldoras anticonceptivas para mujeres: la proteína que está en su base química no afecta al resto de las estructuras en las que está involucrada la testosterona. En cambio, al ser imitadoras de la hormona femenina, las píldoras femeninas combinadas, que incluyen gestágenos y estrógenos, provocan efectos adversos en el organismo. «Es una hormona sintética, levemente distinta a la hormona natural. Esto es lo que causa esos efectos secundarios», explica Gutiérrez.

El problema es que los estrógenos cumplen varias funciones a nivel del organismo. No son únicamente responsables de la fase estrogénica del ciclo menstrual. «Por ejemplo, las mujeres que toman desde muy jóvenes la píldora, a largo plazo, algunas de ellas pierden masa ósea. Porque lo que permite que el calcio se adhiera a la estructura del hueso y lo mantenga fuerte son, precisamente, los estrógenos. De hecho, después de la menopausia, desaparecen los estrógenos ováricos y la fijación del calcio en el hueso disminuye. Así puede aparecer la fractura a largo plazo», señala Gutiérrez.

Esto también ocurre con la testosterona. «Si tú inhibes esa hormona, inhibes todos los efectos beneficiosos que tiene. El único efecto de la testosterona no es, ni muchísimo menos, la producción de espermatozoides. Tiene muchísimas otras funciones. Si inhibes a la testosterona, que es lo que se ha intentado hasta ahora, evidentemente tienes muchos efectos secundarios. Esto es lo que ha echado atrás a todos los fármacos que han ido accediendo a la fase de experimentación en humanos. Ahí está la esperanza en este fármaco nuevo. Porque, como no va realmente contra la testosterona, sino que compite con ella, no la anula. La testosterona, en otros receptores de otras zonas, sí va a seguir actuando. Por tanto, no van a aparecer esos efectos secundarios que aparecían con otros productos. Pero no se ha probado aun y, hasta que no tengamos esos resultados, no vamos a saber si estamos yendo en una buena dirección», dice Gutiérrez.

Entonces, ¿cuánto tiempo falta para que veamos en el mercado esta píldora masculina? Todavía bastante. «En general, si tenemos en cuenta el proceso de investigación en humanos de cualquier fármaco, podemos decir que antes de 4 o 5 años no va a poder estar de ninguna manera. Para que se apruebe el producto hace falta que demuestre lo que tiene que demostrar cualquier fármaco: que tiene el efecto que se busca de él y que los efectos colaterales son muy escasos y aceptables. Que no altere mucho la normalidad de un ser humano y que esos efectos adversos no sean graves en la inmensa mayoría de las personas que se someten al tratamiento. En caso de que aparezcan efectos graves y no se pueda dar con las dosis adecuadas, se parará, eso es lo que ha hecho de aquí para atrás que se arruinen investigaciones que prometían muchísimo», explica Gutiérrez.

Por qué cuesta tanto hacer una píldora para hombres

Aquí, dice Gutiérrez, hay una confluencia de distintos factores. Por un lado, está la mayor complejidad que supone frenar la espermatogénesis con respecto a frenar la ovulación, proceso que ocurre una sola vez al mes. «Cuando tú tratas de inhibir la ovulación, estás buscando que el ciclo femenino no consiga llegar al punto de liberar un óvulo que sea capaz de ser fecundado. Mientras que los espermatozoides se fabrican diariamente en grandes cantidades. No es una vez cada 28 días que pongo a disposición de la fecundidad un óvulo. Son millones todos los días. Entonces, parar esa máquina que fabrica millones de unidades diarias es difícil», detalla.

«Para que un anticonceptivo se convierta en uno de uso regular, tiene que satisfacer a la persona que lo usa. Eso significa que tenga muy poquitos efectos adversos, o ninguno, y que realmente cumpla con su función. Si tiene muchos fallos anticonceptivos, no tendría sentido», explica Gutiérrez.

Por otro lado, aparece un componente más ligado al rol de los hombres en la reproducción y la paternidad. «¿Por qué se han desechado tantos productos para la anticoncepción masculina que se estaban investigando? Porque se sabe que, como los varones no somos los que nos quedamos embarazados, es muy difícil convencer a alguien de que tome algo si le está provocando muchos efectos adversos y no tiene ninguna contraprestación que no sea conseguir la anticoncepción deseada dentro de una pareja, habiendo tanta oferta femenina sobre la mesa», explica Gutiérrez.

Lo cierto es que estos efectos secundarios también están presentes en la anticoncepción oral femenina. ¿Por qué, entonces, si tantas mujeres los aceptan en pos de lograr la anticoncepción, los hombres, en cambio, no parecen tan dispuestos a hacerlo? «No sé si somos más miedosos o qué, pero en cuanto hay efectos adversos, esa contribución solidaria que podríamos hacer los hombres a la anticoncepción tiene muy poquito recorrido ya. Sobre todo si se establece que esos efectos tienen mucho peso», señala Gutiérrez.

«Cuando se han planteado métodos hormonales para hombres, se los descarta por sus efectos secundarios, cuando los efectos secundarios son los mismos que pueden padecer las mujeres. Incluso, cuando se habla de métodos anticonceptivos quirúrgicos, aún entre hombres que tienen clarísimo que no quieren ser padres, saltan todos los recelos. Desde el desconocimiento del impacto de los métodos quirúrgicos, hay un pánico atroz a las vasectomías, cuando en realidad son mucho más sencillas y mucho más efectivas que una ligadura de trompas. De hecho, cada vez veo más parejas en las que supone un motivo de discusión o de conflicto», observa la sexóloga Norma Ageitos.

Estas reticencias, señala Ageitos, «están muy relacionadas con la masculinidad. De hecho, un gran miedo ante la vasectomía es que tenga consecuencias en la capacidad eréctil, pero es una cirugía que no está relacionada con los procesos eréctiles y que no afecta la capacidad de eyaculación». Lo mismo puede ocurrir en el caso de la píldora.

A la vez, existe, a nivel social, una desigualdad en el trato a las mujeres de la que la medicina no está exenta, y esto repercute en la cantidad de opciones de anticoncepción que hay para unos y otras. «Las mujeres estamos más acostumbradas a recibir violencia médica, tanto en el ámbito obstétrico como en otros. No se nos escucha, se tarda más en diagnosticarnos. Entonces, hay una aceptación de que somos los cuerpos que se pueden intervenir, y hay una normalización de que eso sea así. No nos chirría», dice Ageitos.

En definitiva, el éxito de una píldora masculina dependerá, coinciden ambos expertos, de que se convierta en una opción superadora frente a la oferta que hay en anticoncepción actualmente. «Creo que la píldora masculina se puede llegar a popularizar siempre y cuando sea mucho mejor que la oferta para las mujeres. Lamentablemente, su triunfo va a consistir en que se venda como algo de total fiabilidad; y, también, en vista de las reticencias masculinas, al uso del preservativo, en que se venda como un producto que te va a librar del preservativo, aunque no debería ser así, porque existen las infecciones de transmisión sexual. Pero la clave va a ser que no se les exija a ellos esto que a nosotras se nos impone con tanta naturalidad», concluye Ageitos.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.